Isla de San Cristobal, al lado del barrio de La Peña
Isla de Uribitarte, frente a un bisoño Campo de Volantín
LAS OTRAS ÍNSULAS
25 años después, Bilbao volverá a contar con una isla en su ría.
La historia insular del cauce que vio nacer a la villa se cifra en dos trozos de tierra rodeados de agua que antaño ocuparon sendas zonas bastante separadas en el cauce. La isla de San Cristóbal se ubicaba en el barrio de La Peña y la de Uribitarte en el frente donde ahora se levantan las torres de Izosaki. La primera se mantuvo en el tramo donde se termina la influencia de las mareas, desde que la naturaleza la creó hasta la década de los noventa del siglo pasado. Fue la mano del hombre quien la adjuntó a la orilla izquierda del cauce y creó un gran parapeto natural que evitara próximos aguadutxus en La Peña. Los desastres causados por las inundaciones del 1983 obligaron a tomar la decisión de rellenar el brazo de agua pegado a Ollargan y terminar de un plumazo con el último vestigio insular de Bilbao. Durante siglos, la isla, de buena base caliza, acogió algunos molinos que aprovechaban la diferente altura de caudal para generar energía.
No fue hasta finales del siglo XIX cuando las necesidades modernas de la ciudad supusieron que fuera tomada por el Ayuntamiento y que mantuviera un importante protagonismo hasta bien entrado el siglo XX.
dos redes El abastecimiento de agua a la villa implicó que en 1879 el ingeniero Ernesto Hoffmeyer ideara un plan con dos redes de conducción, una para uso de agua potable y otra para el saneamiento.
En este sistema tuvo una gran importancia la isla de San Cristóbal.
En ella se radicó la planta que depuraba el agua extraída de la ría para llevarla mediante bombas hasta un depósito ubicado en el alto de Miraflores construido en 1886. Durante décadas el perfil de la isla estuvo marcado por el edificio industrial modernista que contenía dos chimeneas de 25 metros de altura.
Además de las bombas y los elementos depuradores también contenía la maquinaria suficiente para aprovechar la energía eléctrica que se creaba en los pequeños saltos de agua que flanqueaban la isla. Una energía que permitió alumbrar las calles de un Bilbao en constante expansión. La infraestructura industrial ocupaba casi toda la isla y, a pesar de su escasa superficie, llegó a contar hasta con tres conexiones con las orillas. Una pasarela era metálica, apoyada sobre dos esbeltas pilastras de piedra de sillería, y que conectaba con el actual paseo de Los Caños.
Las otras dos unían la isla con el barrio más densamente poblado y una de ellas estaba compuesta por un tablero suspendido de una estructura metálica en forma parabólica que se asemejaba a la silueta del futuro arco de San Mamés.
El otro recuerdo insular en las crónicas históricas lo protagoniza un trozo de tierra creado por los próceres locales del siglo XVII. Fue la isla de Uribitarte (entre dos aguas en euskera) la que se generó al abrir un canal rectilíneo frente al actual paseo de Campo Volantín en la margen izquierda del Nervión, en 1655. Se habla de dos razones para acometer aquella obra de ingeniería.
Una fue la necesidad de paliar las inundaciones que azotaban las entonces solitarias Siete Calles. La otra era facilitar con un curso recto las maniobras de los barcos que subían hasta la villa. El meandro natural en la zona suponía un lastre para el comercio de la incipiente ciudad. Las obras fueron tan costosas en dinero y tiempo que los bilbainos de la época bautizaron el cauce artificial como el Canal de la Plata. No se conocen muchos usos al islote hasta mediados del XIX en que se utilizó como sede un balneario de aguas marinas, muy de moda en aquella época en la que la industrialización no había pegado aún el estirón en las márgenes de la ría.
Llegaron a crearse piscinas flotantes para que la gente tomara baños de agua con sal. Fueron sus últimos usos. El paso del tiempo y la ausencia de mantenimiento supusieron que el brazo de agua natural fuera perdiendo profundidad y los barcos no pudieran navegar. La solución fue radical. Se dejó para uso fluvial el brazo excavado, y actual curso de la ría, y se procedió a rellenar y cegar el cauce natural. Fue en 1871 y desde entonces esa zona se conoce como Uribitarte, donde antaño se levantó el Depósito Franco y ahora se elevan las dos torres de Arata Izosaki.
por Alberto García


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